Así somos

La semana pasada se emitió el piloto de la serie El ministerio del tiempo y, al parecer, un montón de gente descubrió el mundo. Por supuesto, y como en todo, la reacción positiva y entusiasta no fue unánime, pero sí fue de una mayoría apabullante. A mí, personalmente, me gustó tanto como esperaba (a pesar de que algunos chistes se veían venir a la legua) y como presentación, que es para lo que sirve un piloto, me convenció para esperar con impaciencia el siguiente capítulo.

Pero no voy a hablar en esta entrada sobre la serie. Estoy segura de que a estas alturas habréis leído sobre ella en un montón de sitios. De lo que quiero hablar es de la reacción de la gente tras el piloto. No de las negativas (primero porque está claro que no a todo el mundo tiene por qué gustarle lo mismo, y segundo porque muchos de los argumentos en contra son los mismos que llevo escuchando desde hace mucho tiempo), sino de las positivas (y que en cierta forma tienen relación con las anteriores).

Comentarios como «Ya era hora», «Por fin hay fantástico en España» y similares me dejaron con una sensación picajosa. Ya era hora ¿de qué? ¿De que los frikis se pudieran deshacer de la lacra de Plutón BRB Nero? ¿De que algo se volviera hype (o como coño se escriba) para que la gente vea un piloto sin ir predispuesta a que no le guste y sacarle tacha a todo?

Aceptémoslo, despreciar lo patrio es deporte nacional en este país. La culpa, probablemente (así que se me ocurra ahora), la tiene el franquismo. Abanderar y ensalzar glorias pasadas fue marca de la casa, y a la larga provocó que cualquiera que pensara en ello como algo digno de orgullo fuera tildado de facha (dudo mucho que italianos, franceses, ingleses… sientan la necesidad de pedir perdón por las conquistas que los convirtieron en imperios, mientras que nosotros bajamos la cabeza con cosas como el descubrimiento de América, por ejemplo). La cuestión es que eso (sigue siendo mi hipótesis personal) caló hondo, hasta que cualquier cosa venida de fuera era percibida como excelente en contraposición con lo autóctono.

Que nadie piense que no me estoy incluyendo. En mi caso, por ejemplo, durante mucho tiempo mis lecturas de género fueron en exclusiva anglosajonas. Si en una estantería de una librería veía un título de autor español, arrugaba el gesto o dejaba el libro en su sitio con rapidez como si acabara de tocar una babosa. Lo bueno tenía apellido inglés, claro, claro, y no fue hasta 2005 (tras mi primera HispaCon, la de Vigo, también conocida como la CosmosCon) cuando por curiosidad empecé a leer a los autores patrios y me llamé imbécil repetidas veces por lo que me había estado perdiendo. Ahora parece que las cosas están cambiando, pero no nos engañemos, aún falta mucho, porque si bien se están alzando voces a favor de los escritores de género, no es algo que ocurra a todos los niveles. Así, por ejemplo, mientras que a las obras de tipo escapismo (como yo las llamo) y escritas en lengua extranjera se le perdonan pecadillos porque son lo que son, pasapáginas, esos mismos pecadillos son tildados de imperdonables cuando el apellido es castellano. Pero bueno, quién sabe, tal vez algún día uno de esos autores será traducido al inglés o adaptarán alguna de sus obras al cine y entonces, de repente, ese tío será reconocido en este país, como bien ha ocurrido en otras tantas ocasiones.

Pero volviendo al tema de las series, en España se han hecho cosas interesantes. En mi memoria sigue muy viva la imagen de Chicho Ibáñez Serrador sentado en un sillón, en una habitación con poca iluminación, contándote de qué iba a ir el capítulo de esa semana y predisponiéndote de paso a pasar miedo o angustia antes de ver la proyección. Y de repente… nada. La tele se llenó de médicos, policías y comedias a mansalva. Las cadenas no estaban dispuestas a arriesgar, pero es que ni con el producto nacional ni con el extranjero. ¿Cuántos nos hemos quejado de los «bailoteos» de horario de una serie hasta que fue condenada al ostracismo y a la postre cancelaron la emisión? Al final, solo quedaba recurrir a las cadenas de pago o a internet para acceder a otro tipo de material que no fuera lo de siempre. Y es que España había llegado al mismo punto que Estados Unidos ya había conseguido superar un par de décadas atrás: no arriesgar y apostar por series destinadas al mayor rango posible de televidentes.

Para colmo de males, la calidad de nuestros actores hacía aguas, aunque sería injusto no mencionar la de los directores, porque tampoco era normal que en una escena un actor lo bordase y en la siguiente te dieran ganas de darle con una chancla en la boca. Si una vez lo hizo bien, ¿no es responsabilidad del director el que repita la toma las veces que haga falta hasta que salga como toca? Porque al final, ¿eso que ha supuesto? Pues que los espectadores seamos implacables. Se ha asentado la idea de que nuestros actores son malos y que, por tanto, no merece la pena darle una oportunidad a lo patrio porque seguro que también será malo. Es más, bastaba con que uno o dos lo hicieran de pena, para tildar toda la serie (o peli) de horrenda. Así de triste, señoras y señores.

Y entonces volvemos a lo de siempre: lo de fuera es mucho mejor, claro, dónde vamos a parar. Obviamente, no voy a hablar del material doblado (a pesar de que la calidad ha menguado, hay que decir que tenemos una escuela de doblaje cojonuda), sino del original. Ahora mismo somos muchos los que preferimos ver series en el idioma de la pérfida Albión, y emocionarnos cuando poco a poco somos capaces de darnos cuenta de que los subtítulos están mal. Como decía Neo en Matrix: Ya sé inglés.

Existe la idea, muy extendida, de que hasta el secundario más secundario en una serie anglosajona lo hace de puta madre, no como los nuestros. Pues oiga, no es cierto. Lo que sucede es que como nuestra lengua materna no es el inglés, hay matices que no captamos. ¿Que a lo mejor no ocurre tan a menudo?, es posible. Pero decir que todos lo bordan, no como aquí, insisto: no es cierto. Con un idioma que respiramos día a día es más fácil caer en la cuenta.

Hace poco descubrí que en la web de DramaFever (una página americana que emite series asiáticas subtituladas en inglés) incluyeron hace unos años una nueva sección, DramaFever Latino, donde los usuarios pueden ver series españolas y sudamericanas (subtituladas, claro). Movida por la curiosidad, entré en los foros de algunas de nuestras series y flipé. No solo reciben estupendas puntuaciones, sino que están emocionadísimos con ellas y pidiendo más temporadas.

De entre todas las que comentan en el foro quiero destacar aquí Águila Roja, que a pesar de contar con seis temporadas, las peores críticas que yo he leído y oído (en España quiero decir) procedían sobre todo de consumidores de género fantástico, y no eran pocos precisamente. Los argumentos en contra siempre me parecieron ridículos, y cuando además procedían de conocidos míos que me habían recomendado verdaderas mierdas, pero Águila Roja les parecía ofensiva, pues qué queréis que os diga, no sabía si echarme a reír o cabrearme. En DramaFever, sin embargo, no encontrarás críticas negativas en plan «la ambientación no hay quien se la crea», por ejemplo.

Aunque os dejo AQUÍ el enlace al foro de la primera temporada (ahora están con la sexta), permitidme que copypastee alguno de los comentarios en inglés:

This series is the best! Please bring more episodes and more seasons of “Aguila RoJa.” The quality of the story, acting an the production value far exceeds anything that’s produced here in the states. Simply put, it’s an amazing series. Thank you DramaFever for bringing such quality and entertaining series to the U.S. and Korean viewers.

Great show! I expected to be entertained and Aguila doesn’t disappoint. I love all the characters am understanding more Spanish than I ever have before. You will enjoy this series!

I’ve already watched three episodes of Red Eagle and it is very addicting. The characters grow significantly as the story evolves, great moments of action (reminds me of Iljimae a bit), conflicted love stories, fantastic actors, and beautiful image and prop usage – couldn’t asked for more on a drama. I’ll be watching all weekend.

¿Cómo es posible que no la pongan de vuelta y media cuando ¡sale un ninja! nada menos? ¡Si carece de rigor histórico! Bueno, pues tal vez sea porque la ven como es (o al menos como yo la veo y por eso me gusta): una historia de corte fantástico bien contada, trama interesante y buenos diálogos. Repito: fantástico. Y si algún actor en algún momento la caga con su interpretación, ellos no lo perciben, de la misma manera en la que es posible que nosotros no detectemos de primeras si uno de esos ingleses lo están haciendo de puta madre.

En este punto, sé que un montón de gente pondrá el grito en el cielo (algunas voces que conozco; las oigo, las oigo) y dirá que si esa serie es una mierda, que si los americanos no tienen ni puta idea… Claro, claro, no como los españoles, que dominamos cualquier idioma que nos echen, por supuesto. Conocemos los matices del inglés mejor que Shakespeare. Nunca nos ha dado vergüenza oír hablar en inglés a un compatriota ni nos hemos descojonado de quien ha intentado pronunciar bien, ni hemos dicho «¿este de qué va?» ni nada por el estilo. Claro, claro. Somos más listos que nadie. Eso sí: nuestra producción nacional es una mierda. ¿Qué sabrán esos extranjeruchos con sus maravillosas series que nos tragamos?

Basta ya de tonterías. El Ministerio del tiempo mola y apunta maneras, pero ¿cómo que ya era hora? ¿Qué es eso de que por fin algo cifi? Le pese a quien le pese, la serie El internado marcó un punto de inflexión (pena que al querer exprimir tanto el fenómeno terminaran cagándola). Las cadenas de televisión se dieron cuenta de que las historias de corte fantástico (y algunas cifi muy, muy soft) eran bien recibidas por la audiencia. Solo había una lacra de la que parecían incapaces de deshacerse: esa manía de abarcar el mayor espectro posible de edades. Aun así, y a pesar de las horrorosas patadas a la ciencia, yo acabé enganchada a la serie El barco; a pesar del culebrón familiar y ese horrendo final, me enganché a Los protegidos; a pesar de que salga un ninja y que la mentalidad del prota sea más de este siglo que del XVII, me enganché a Águila Roja… ¿Por qué? Porque las historias molaban, leñe. Si era capaz de hacer suspensión de la incredulidad en series extranjeras o aceptar ciertas licencias o dejar pasar malos efectos especiales (Dr Who, por ejemplo, tiene unos FX casposos, pero se dice que eso le da encanto; lo hacen en una serie española y la ponen a parir), ¿por qué no iba a dar una oportunidad a las de casa?

Eso no significa que todas me gustasen, ojo. Con Ángeles y demonios, por ejemplo, lo intenté de veras, pero aunque la idea de partida no estaba mal, la historia no me terminó de convencer. Demasiado juvenil romántica para mí. Sin embargo, antes de decir «Española, pfff», me tomo la molestia de aplicar mi regla de los tres capítulos como si de cualquier otra serie extranjera se tratara. ¿Que este tío, este otro y esta tía interpretan fatal? Vale. Entonces me planteo: ¿hasta qué punto me molestan para que no me dejen «ver» la historia? Resuelta la duda de manera satisfactoria la siguiente cuestión es: ¿esta mierda que me cuentan la he visto igual o parecida en una serie anglosajona y la he dejado pasar? Y esa última respuesta es la que para mí pesa más al final.

Esta es mi opinión, por supuesto, y nadie me va a hacer cambiar de idea. Es una discusión perdida que he mantenido muchas veces y siempre escuchando los mismos argumentos una y otra vez, y que al final se traduce en lo mismo: el libro que dejo con desprecio en la estantería porque los buenos títulos tienen apellido anglosajón. Así somos (sí, me incluyo porque yo he hecho lo mismo) y así seremos mientras sigamos infravalorándonos o sintiendo vergüenza de ser lo que somos.

Ahora solo me queda cruzar los dedos y que la gente siga creyendo que de verdad se puede; que se quede con la historia y aparte los prejuicios de siempre. De momento, parece que las series con ambientaciones de época (tengan o no corte fantástico) lo están logrando. También parece que se está arriesgando y no imponiendo ese «para todos los rangos de edad»; algo que espero que El ministerio del tiempo (con suerte y el apoyo de todos) consiga demostrar. Aunque para mí, con que sirva para que a partir de ahora se vean las series españolas con la misma predisposición (y tolerancia) con la que se ven las extranjeras… me conformo.

Posted in Reflexiones, Series.

7 Comments

  1. Me confieso prejuiciosa ante las producciones españolas. Afortunadamente, mis opiniones cambian con nueva información. Hay cosas en El Ministerio del Tiempo que me chirrian, pero reconozco que detrás de esos chirridos está el omnipresente “tsk, es que es española…”.
    Ya con el episodio piloto se me clavó entre ceja y ceja que esta misma serie pero con actores angosajones me gustaría bastante más. Supongo que es lo que dice Felicidad. Con actores españoles es mucho más evidente cuando la actuación no es creíble, cosa que en inglés y francés no me pasa porque no me entero tanto aunque hable y entienda ambos idiomas. Aparte los dobladores españoles son espectaculares y tienen unas voces súper cinematográficas mientras que los actores españoles no (al menos no necesariamente).
    En cuanto al sentido del humor, bueno, esto es culpa mía exclusivamente. Tengo un sentido del humor difícil de complacer y aborrezco la mayoría de los chascarrillos de la serie, pero en alguna ocasión me he reído y eso sí que me ha dejado totalmente patidifusa.

  2. Estoy muy de acuerdo con lo que dices. Es verdad q tiramos por tierra lo patrio con mucha facilidad, y tenemos tragaderas amplias para lo foráneo. Doctor Who es un gran ejemplo. Yo he intentado que me interese esta serie tan “chupiguay” con tantos forofos, pero oye, aún no lo he hecho. Diálogos extraños (pero eso lo achaco al doblaje, va), personajes bastante insoportables y poco creibles en sus reacciones (por favor!!! Rose es infumable!!!) …y oye, la gente le da cancha. Mucha más q a cualquiera de las series españolas de partida. Y no lo veo justo la verdad.

    A mi esta serie me está gustando mucho. Siempre pensé que en españa teníamos q aprovechar nuestros puntos fuertes, y en historia pocos nos ganan. Sólo habia que perder el miedo y atreverse a cosas menos vistas. Y aquí está.

    Ah, y otra cosa que me mola mucho es el post episodio: cuando explican detalles históricos y técnicos de producción. Me encanta. Alomejor así conseguimos saber más de nosotros y poder sentir “orgullo”, si, ese tan pisoteado y mal visto por todos.

  3. El post episodio mola mucho. Me perdí el de la semana pasada (no sabía que había), pero esta estuve ahí esperando a que saliera, como una campeona. Además, me sirvió para que me explicaran una de las referencias. No soy fan de Rosendo ni conozco nada suyo, así que cuando le suelta la parrafada al otro me quedé «Vale, me estoy perdiendo el chiste», pero como no afectaba a la trama pues no me importó demasiado. Y luego ale, duda resuelta; y sip, tiene su coña. Que luego además te contaran lo de la Armada Invencible, lo de la pantalla verde… fue un plus =)

  4. Me ha gustado la serie, pero este comentario va sobre Aguila Roja. No he visto la serie pero lo del ninja puede tener explicacion. Mirando un poco por Internet se puede ver que a finales del siglo XVI y principios del XVII dos delegaciones de samurais japoneses católicos viajaron a Roma a ver al Papa pasando por la América española y por España, y que en el viaje de vuelta, algunos se quedaron a vivir en España. Ahí podía haber una explicación para que tiempo después un español tuviese acceso a ténicas de lucha o armas japonesas.

    • En mi opinión, aunque fuera posible una justificación, esas críticas airadas seguirían ahí. Y el problema, en cualquier caso, es que se estaba exigiendo rigor en una historia de corte fantástico. No creo que nadie se lo exija al Rey Arturo o a Robin Hood, por ejemplo, o incluso al Zorro. Eso lo pueden hacer otros, pero ¿nosotros no? ¿Se puede babear con el videojuego Assassin’s Creed, pero que ni se nos ocurra hacer algo por el estilo? Es un poco de locos, creo yo, y más viniendo de gente que consume ese tipo de género.

  5. Buff. No voy a contestar a todo, porque hablas de muchas series que no he visto (empezando por Águila Roja), pero sí comentaré un par de puntos.

    No sé si hay mucha gente que diga “por fin hay fantástico en España”, pero desde luego, y refiriéndome a la televisión, no a la literatura, yo sí que diría “por fin hay ciencia-ficción en España”. Fantástico, al estilo Perdidos, sí que ha habido, pero ¿ciencia-ficción? Prefiero fingir que Plutón de los cojones nunca ha existido, y cualquier cosa que contribuya a olvidarlo es buena, y meritoria, y santa y admirable. El otro día alguien me comparó ese bodrio con Red Dwarf, y aún no siendo yo un gran fan de esa serie, la comparación me parece risible.

    Y respecto a los actores… Lo cierto es que las series anglosajonas suelen tener excelentes actores, y no depende del idioma en que las veas. Por supuesto que a veces hay algunos malos, pero no es muy frecuente; y los castings suelen ser magníficos (y también hay excepciones, no me hagáis hablar de Scandal). ¿En España? Pues claro que hay actores geniales, fantásticos, convincentes y carismáticos, y no pocos; pero la calidad media es más irregular. ¿Por qué? Pues yo creo que simplemente por una cuestión numérica: el mercado anglosajón es mucho más competitivo y hay muchísimos actores de televisión en busca de trabajo, así que es más sencillo seguir descartando hasta que encuentras el correcto. Al final, e incluso quitando el sonido, es raro que en una serie anglosajona pilles una nota falsa, y eso me pasa muy frecuentemente con las series españolas. Sí, incluso en El Ministerio del Tiempo; el actor que interpreta al hijo de Alonso de Entrerríos hace un esfuerzo meritorio, pero no pasa de ser un esfuerzo, y se nota, y se nota mucho. La propia Aura Garrido comienza con muy mal pie en la escena de la universidad, pero por suerte enseguida hace suyo el papel, y en su primera escena con Cayetana Guillén Cuervo es más convincente Aura que Cayetana.

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