La semana pasada leí un artículo muy interesante titulado: Los hombres que no empatizaban con las mujeres. En él se desgranaba la hipótesis de por qué hay tantos que se llevan las manos a la cabeza y se enfurruñan como los nenes cuando un videojuego está protagonizado por una mujer. Pero ojo, no una mujer cualquiera, sino una que en lugar de rezumar sexualidad por los cuatro costados resulta ser… una persona.
Como la aproximación que se hace en el artículo me parece muy acertada, os invito a que lo leáis. De lo dicho ahí, poco más tengo que añadir salvo:
- Desde hace años tengo claro que las grandes compañías dentro de la industria del videojuego son cobardes y lo seguirán siendo durante mucho tiempo mientras continúen dando peso a la opinión de los energúmenos.
- Dichos energúmenos han encontrado su paraíso en los videojuegos; son muchos, aunque no forman la gran mayoría, y su arma es que saben ser ruidosos hasta reventarte los tímpanos. Hay llorones así por todas partes, pero la gran diferencia entre estos y otros grupos como los Sad Puppies, por ejemplo, es que las grandes compañías sí se bajan las pantalones por ellos [1].
- El momento en el que «perdí la fe», aunque de primeras pueda no parecer lo mismo, fue cuando hace ya unos cuantos años salió una entrega de Resident Evil en la que se decidió convertir a Chris Redfield en un armario empotrado de dos por dos. ¿Por qué? Lo explicaba muy bien Daniel Jiménez en un artículo de su ya desaparecido blog, Videojuegos y Sociedad, en el que hablaba del tratamiento de la masculinidad en juegos orientados a un público americano y en los orientados a un público asiático. En unos, los machos de verdad son armarios empotrados que escupen al suelo; en otros, son poderosos en un cuerpo esbelto aunque fibroso. Así, lo que nació como Biohazard, se acabó convirtiendo en una franquicia en la que, por algún motivo, había que adaptar a los americanos, cuando estos ya llevaban años comprando todos los títulos con protagonistas de tamaño normal. Este cambio, a mí me llegó al alma. ¿Qué iba a ser lo siguiente? ¿Poner a mazas en el FF? ¿Cambiar el aspecto del molón de Dante? Lo primero no, pero lo segundo… ya tal. ¿De verdad era una estrategia para vender más cuando ya tenían millones de seguidores a quienes no les importaba?[2]
- Si volvemos al tema inicial: Samus Aran iba enfundada en una armadura completa, no se le veía careto y el juego, Metroid, tuvo muy buena acogida en su día. Coñe, hasta acabó siendo una saga. ¿Qué pasó para que no se siguiera por ahí? [3] Quizás no llegó a las cifras de ventas deseadas y la decisión de algún lumbreras fue «Pues demos un paso atrás. Eso sí, gastándonos más en marketing repitiendo lo de siempre».
Dicho todo esto, aunque no os lo creáis, en realidad quería hablar de otra cosa, pero ya me conocéis: me lío y me lío y no paro. Y es que cuando terminé de leer el artículo, de inmediato me vino a la cabeza los juegos de rol, que como sabréis tiene una dinámica simple: vivir aventuras interpretando a un personaje de nuestra elección. Los gráficos 3D los pone la imaginación.
Al igual que ocurrió en su día con los videojuegos, el rol empezó siendo cosa de chicos, y mis sospechas siguen siendo que el juego Vampiro: La Mascarada contribuyó notablemente a la incorporación de féminas entre las filas de roleros. Eso y los roles en vivo de Espada y Brujería. Pero bueno, no voy a profundizar en el tema porque tampoco es de lo que quiero hablar.
La cuestión es que, siendo un campo de nabos, cuando entré en el mundillo me sorprendió el hecho de que no fuera raro encontrar a jugadores (en mesa, claro) que interpretaran de tanto en tanto a personajes femeninos. Algunos hasta me narraban orgullosos las hazañas que habían conseguido a través de ellas; y otros…, pues bueno, tiene que haber de todo en la viña del Señor, y en sus anécdotas era más importante contar lo despampanantes que eran y… zorras. Palabras suyas, no mías. «Si fuera tía y estuviera tan buena, sería una zorra, fijo». Lo dicho: en todas partes cuecen habas. Aunque, ojo, la sexualización del otro no es algo exclusivo de ellos, aunque quizás el tratamiento posterior sea diferente. Claro que hablo solo desde mi experiencia…
A la cabeza me viene ahora mismo el primer personaje masculino que interpreté en mesa. En el juego, creación de un colega mío, el aspecto físico del personaje lo escogías tú, no lo que te saliera en los dados, y decidí que sería un cachas de metro noventa (mulato, creo) que estaba buenísimo y, además, tenía un pollón. ¿Por qué? No sé. Supongo que me pareció un detalle gracioso, como el que elige de pj a una tía con unas tetas enormes.
Por algún motivo que desconozco, a mi máster no le hizo la menor gracia que escogiera esa característica (nunca me lo dijo abiertamente, pero coñe, se notaba), así que siempre se las apañaba para meterme en berenjenales por culpa de eso y porque sí. Aunque si lo pienso ahora, en realidad se limitó a ponerme en las mismas situaciones que viviría una tipa de tetas grandes. En serio, máster, un paquete enorme no hace que automáticamente se te tiren todas las tías encima; como tampoco un pollón convierte a un tío en un salido que se quiere tirar a todo bicho viviente… como las zorras, claro.
Volviendo al tema en cuestión, y siempre hablando desde mi propia experiencia, aunque a alguien le dé por interpretar al sexo opuesto en un juego de rol en mesa, lo cierto es que es algo que haces un par de veces, por experimentar, por ver si eres capaz de ponerte en la piel del otro, y ya. Tened en cuenta que en este tipo de juegos da igual cuántos integren una partida, siempre, siempre la vivirás como protagonista de la historia. Para una mujer, ¿sabéis lo que mola eso? ¿Por qué voy a interpretar a un hombre cuando, por fin, puedo ser lo que quiera?
Quizás, estadísticamente, seamos más empáticas que los hombres (insisto, es un promedio, no un valor absoluto) y de ahí que no nos cueste ponernos en la piel del otro. Ahora bien, tal vez vaya siendo hora de plantearnos lo siguiente: puede que no sea una predisposición de nuestra condición femenina, es que estamos más acostumbradas porque no hemos tenido más remedio. La literatura, el cine, la televisión, los cómics… están plagados de historias con protagonista (o protagonistas) masculino. Si no hubiéramos sido capaces de dejar eso de lado y disfrutar en su lugar de las historias que se cuentan, jamás habríamos sentido el menor interés por ninguno de esos formatos. Cuidadín, eso no significa que ellos no le den importancia a las tramas o a una buena historia. No estoy diciendo eso, ni de lejos. Lo que digo es que ellos no se han visto forzados en todo momento y a lo largo de toda su vida a empatizar con el otro (la otra en este caso), mientras que nosotras, en cambio, lo hemos aprendido desde pequeñas. Era eso, o morirnos de asco porque ningún personaje nos representaba [4].
Así que, aunque parezca mentira y solo en ese sentido, entiendo las reacciones de algunos porque los fuerzan a ponerse en la piel del otro cuando nunca se han visto en esa situación, cuando toda la vida les han dicho que lo que mola es ser un chico, y el mundo ha girado alrededor de ellos para complacerlos (especialmente si son blancos heterosexuales). Lo entiendo, pero no lo comparto ni lo apruebo. Y esto que acabo de decir, querida gente, también es una muestra de empatía [5].
Dicho lo cual, me la suda el formato: que lloren, que lloren mucho, que lloren muy fuerte. Un crío empieza a madurar cuando descubre que no es el centro del Universo. Unos buenos padres dejarán que el crío patalee todo lo que quiera, «Ya se cansará», y que no se salga con la suya. Desafortunadamente, la gran industria de los videojuegos es un mal padre [6].
Aclaración
Por si no ha quedado claro, aunque llevo buena parte de mi vida dándole a los videojuegos, prefiero los juegos de rol, mil veces, por todas las posibilidades que me ofrece. Ahora bien, no es un mundillo exento de machismo, y lo he experimentado en varias ocasiones, sobre todo en roles en vivo. Pero eso daría para otra entrada, así que me limito a comentarlo, y punto. No quiero que penséis que no soy consciente de ello y que todo son alabanzas.
Notas
[1] El paraíso, en realidad, es internet con sus foros, sus chats y demás. Y los juegos online, para qué más. Por otro lado, está claro que hay títulos para contentar a peña como los Sad Puppies, pero no copan los catálogos de las editoriales. Otros ponen penosas calificaciones a la nueva de Ghostbusters, se quejan de la nueva de Mad Max…, pero no bloquean que se sigan haciendo pelis con protagonista femenina. Y así, un largo etcétera en distintos formatos, mientras que en los videojuegos… es otro cantar.
[2] Esto me recuerda a los remakes americanos de películas/animes orientales, donde cualquier rasgo oriental desaparece para poner a actores caucásicos. Da igual que haya millones de fans occidentales que adoren la historia tal cual fue contada. En ese sentido, Hollywood sigue en la era… caucásica.
[3] Y entonces la cagaron. En 2010 decidieron darle otro look. Su aspecto femenino era más importante que ser pragmática. Eso de la megaarmadura que te protege… ya tal. Esto va de que puedo manejar una tía a mi antojo, ¿no?
[4] Hmmm… Eso me daría para escribir un cuento. Una sociedad donde las mujeres son incapaces de empatizar con personajes masculinos a pesar de que se cuente una buena historia. ¿Tendrían su propia literatura marginal? ¿Tendrían siquiera interés por otro géneros literarios? ¿Se venderían tantos libros si las mujeres no se interesaran por obras protagonizadas por hombres? Hmmm y más hmmm.
[5] Por si no ha quedado claro, mi hipótesis es que hombres y mujeres tienen la misma predisposición a la empatía. De no ser así, este mundo sería una mierda: no habría movimientos sociales, no habría apoyo a otros colectivos… Ahora bien, parece que cuando el sexo interviene la cosa se complica y la empatía se reduce (no sea que alguien ponga en duda la identidad sexual normativa, ¿no?). De ahí que si no se cultiva desde la infancia, luego sea difícil despertarla más adelante; a menos que tu personalidad acompañe.
[6] Quiero recalcar lo de las grandes compañías. Hay excepciones, claro, y de repente te encuentras títulos como el Child of Light, por ejemplo, que tiene unas críticas buenísimas y lo protagoniza una cría. Pero son excepciones, no tendencias. En cuanto salen los ruidosos a la palestra, hay que acallar al nene como sea.
Hola 🙂 Me ha gustado mucho la reflexión, y particularmente comparto en gran medida. La industria que digamos mainstream del videojuego se me ha hecho desapetecible desde hace unos años. Siempre veo lo mismo, no me identifico con los personajes (salvo excepciones) y siempre se recurre o a chicos mazados o a chicas sexualmente desproporcionadas con armaduras de risa. No sé, particularmente no me gusta mucho, aunque como digo tengo excepciones (Child of light, Ori and the blind forest, The last guardian o los dos últimos de Tomb Raider). No he jugado mucho a rol por estar en el culo del mundo en soledad, pero lo poco que he jugado me ha gustado la capacidad que ofrece de explorar una personaje, de darle forma, de actuar como protagonista en una historia, es algo interesante. Respecto a lo de empatía, como dices, hay de todo, nunca sabes lo que te puedes encontrar, pero la predisposición como hemos visto por miles de productos existe y esta ahí. Un abrazo^^