El viernes, 21 de septiembre, tuvo lugar la grabación del cuarto episodio de #LaCueva, dedicado a la literatura juvenil. Debido a problemas de conexión, mi cuarta invitada, Elia Barceló, no pudo participar al final, pero como esta mujer es un sol, se tomó la molestia de me mandarme las respuestas por escrito.
Así que, como complemento al vídeo, os dejo las impresiones de Elia sobre los temas de literatura juvenil que planteé en el programa.
1. ¿Qué elementos debe contener una obra para que se la considere juvenil? O dicho de otro modo, ¿qué diferencia a una novela juvenil de una para adultos?
La verdad es que yo nunca he visto grandes diferencias entre YA y literatura normal. Se oye decir que el estilo debe ser más fluido y ligero, el tratamiento de los temas un poco más optimista, menos páginas, cero descripción… pero luego resulta que muchos jóvenes leen enormes tochazos de fantasía donde la gente se masacra alegremente con hachas y espadas de dos manos y se describe inacabablemente el territorio por donde cabalgan. En fin… lo más probable es que en origen haya sido un invento de las grandes congregaciones religiosas orientadas a la enseñanza para poder ofrecer a los alumnos textos de calidad y con “mensaje” educativo. Porque si hay algo que está clarísimo en la YA es que el sexo explícito está prohibido. No así la violencia, siempre que al final el malo reciba su castigo.
En mi caso las diferencias son mínimas respecto a lo que escribo para adultos. Intento que haya un par de protagonistas jóvenes (por aquello de la identificación, aunque yo como lectora juvenil siempre me he identificado con el protagonista de la edad que fuera), que la lengua sea buena pero no tan exigente como para que dejen de leer por culpa de la dificultad de comprensión, y que el final sea luminoso si puede ser, o al menos esperanzador.
2. De terror he visto poco. O quizá sea que el terror no se ve como algo juvenil, sino más adulto. De hecho, me tiene pasado el estar leyendo algo, y cuando me dicen que es juvenil, me digo de inmediato que eso es imposible. Me pasó, por ejemplo, con la trilogía de la Luna roja de J.A. Cotrina. Por otra parte, tenemos el caso del gótico, que para mí siempre ha sido terror de toda la vida, pero no me desprendo de la idea de que en juvenil se desarrolla más la parte romántica que la sobrenatural chunga. Resumiendo, ¿el terror juvenil existe?
El terror es menos frecuente por pura lógica derivada de lo que decía antes: en una novela de terror hay dos elementos fundamentales -el miedo (asco, repugnancia, horror, terror) a perder la vida, la cordura, a la amputación, a la transformación monstruosa- y el sexo -Eros y Tánatos, unidos como siempre-. Las dos pulsiones más profundas de los seres humanos. En una novela destinada a gente joven o muy joven y con frecuencia prevista para aparecer en una editorial dirigida por una congregación católica, como es el caso de Edebé, Edelvives y SM, las más grandes, ninguno de estos temas es bienvenido. O se trata en plan light y con mucho humor (y entonces ya no es terror) o no se publica. Sin embargo, cuando alguna editorial se atreve, como fue el caso hace mucho de Edebé con El príncipe de la niebla, resulta de los más vendidos.
Leer cosas de terror da miedo (sé que suena idiota, pero es importante para mi argumentación), porque nos quita la confianza -poca o mucha- que tenemos en el mundo. El terror es el reino del caos. Cosas terribles suceden porque sí y arrebatan vidas y futuros sin posibilidad de arreglo. Hay personajes heridos, mutilados, masacrados, contagiados de enfermedades terribles que te convierten en un monstruo; los hermanos pequeños mueren, los padres mueren, los mejores amigos mueren. El mal lo arrasa todo y, aunque al final se restaura el orden, en el proceso se han perdido muchísimas cosas de modo irrecuperable. No es eso lo que nuestra sociedad primermundista quiere comunicar a sus jóvenes. En los cuentos de los hermanos Grimm, por ejemplo, pasaban cosas terribles y se consideraba que era una forma de preparar a los niños para la vida. Ahora no queremos traumatizarlos, queremos que piensen que la gente es buena y el mundo es un buen sitio (pero a la vez tenemos que enseñarles a no fiarse de todo el mundo, ni montar en coches de desconocidos). La literatura de terror destruye ese mensaje. Y ningún padre o madre quiere tener un hijo o hija que pase las noches en blanco o tenga horribles pesadillas por algo que ha leído.
3. Por lo que he me ha parecido, en nuestro país se escribe poco de ciencia ficción juvenil. De hecho, cuando hubo aquel boom de lo que se llamaban distopías juveniles, pensé que aquí se haría eco (y lo estuve esperando como agua de mayo), pero lo más parecido que he visto es El Imperio del sueño de Laura Tárraga, aunque la parte distópica es más bien un telón de fondo, una pincelada que sirve para contar otra cosa. Sí que he leído obras que mezclan fantasía y ciencia ficción, muy bien, además. Ahora bien, títulos de ciencia ficción, ciencia ficción, como podría ser El juego de Ender, entre pocos y nada. ¿Por qué? ¿Acaso ocurre parecido como en el terror?
La ciencia ficción tiene, como pasa en la literatura de adultos, el problema del nombre y la mala fama -o piensan que es muy difícil porque hay que saber mucho de ciencia y es para empollones- o los profes (que son los que a fin de cuentas eligen) creen que va a ser muy mala, nada literaria. Las distopías son el único género que funciona, porque en el cine ya han visto cosas así y porque los profes creen, con razón, que son temas que dan para reflexión y debate. Pero en cuanto entran cosas como viajes espaciales, formas de vida alienígena y otros temas que “no pueden suceder” ni siquiera extrapolando a tope, entonces ya no funcionan en las editoriales.
La CF es un género contradictorio porque es demasiado amplio y porque la mayor parte de lectores, tanto adultos como jóvenes, no sabe de qué se trata. Igual se etiqueta como CF La guerra de las galaxias que Gattaca, y eso es un problema, y no solo de marketing.
Las distopías a las que te refieres, por ejemplo, a mí me fastidian mucho porque, con la máscara de que es CF, de lo único que hablan es de una competición malsana en la que 300 tienen que morir para que uno gane. Es como El gran hermano y la Isla de los famosos pero disfrazado de mundo futuro.
En mi experiencia de ir a institutos y hablar con muchos jóvenes, todos los temas que son realmente candentes y dignos de reflexión (la biología, la robótica, el espacio, las inteligencias artificiales, otras formas de vida inteligente…) les parecen tan alejados de su vida y sus problemas que no les interesan en absoluto.
4. Y llegamos a la reina del baile: la fantasía. Aquí encuentras de todo. Desde la más clásica hasta la urbana, pasando por la oscura y la sobrenatural; ambientada en otros mundos, en épocas anteriores o en la actual. Centrándome en la que se escribe en nuestro país, hay un detalle que me ha llamado la atención, aunque auizá solo sea una percepción mía. Esto es: la poca sonoridad española. Me explico. En mundos totalmente inventados no es extraño que los personajes no sean Pepas y Pepes, y aun así, me he topado en demasiadas ocasiones con nombres que suenan demasiado al inglés. Con novelas de época, me ha pasado algo parecido. Salvo Porta Coeli de Susana Vallejo, la gran mayoría se ambientan en otros países, cualquiera antes que España. ¿A qué se debe esta tendencia? ¿Es algo que solo tiene que ver con las preferencias de quienes escriben, o es el propio público quien lo pide?
Primero. La fantasía creo que es lo que mejor funciona porque -desde mi ignorancia, ya que es el género que menos leo- está llena de tópicos (o arquetipos) con los que los jóvenes se encuentran cómodos. Se dice que los jóvenes son rompedores y rebeldes. Yo creo que sólo hasta cierto punto. Cuando una llega a los 14 o 15 años y empieza a verse mayor (aunque los demás no lo vean así) una cosa muy tranquilizadora es pensar que una ya sabe cómo son las cosas, cómo va el mundo. Si lees una novela que te lo confirma, te encanta. El camino del héroe, el mentor (o mentora), la búsqueda del amor, la lucha contra los que te han desposeído de lo que era tuyo por derecho, lo especial que eres, aunque nadie se dé cuenta, el superar las más terribles dificultades hasta conseguir lo que buscabas… todo eso resulta muy atractivo. Y si en una novela de fantasía el autor o autora, harto ya de lo mismo, decide innovar mucho, a los jóvenes no les gusta un pelo. Eso viene con los años.
Por mi propia experiencia puedo decir que cuando me planteé Anima Mundi queriendo precisamente romper algunos clichés la reacción no fue favorable. No era lo que los lectores esperaban.
En cuanto a la pregunta, una anécdota que quizá sirva para ilustrar este tema: varias veces en institutos, al llegar al turno de preguntas, he recibido la de “¿cómo encuentras los nombres tan bonitos para tus personajes?” Los jóvenes que quieren escribir se topan con la dificultad de dar nombre a los personajes que imaginan. Como la mayor parte de la fantasía que leen viene de autores anglosajones, los nombres que se les ocurren están en inglés o pseudoinglés. Lo que nos pasaba en los primeros tiempos de la CF española, que no nos animábamos a que un astronauta se llamara Paco porque no parecía ni posible ni real.
Además, si uno ambienta en España, hay lectores que no lo encuentran creíble, y no van tan desencaminados considerando la reacción editorial. Yo, por ejemplo, con Cordeluna -que sucede en el siglo XI entre Asturias, Castilla y Galicia, q era la parte cristiana de la península- he tenido ciertas dificultades porque en otras regiones se considera una novela demasiado “castellana” (y al parecer los chicos de Andalucía, Cataluña, País Vasco, etc. no se identifican, no es bastante “general”, mientras que si sucediera en Inglaterra no habría problema). En Alemania me ha pasado igual. Ninguna editorial se ha animado a publicarla porque a nadie le interesa la Edad Media en España. Me han dicho con todas las palabras que la novela era excelente y que si sucediera en Inglaterra estarían encantados de comprarla. De momento solo está en Brasil y en Holanda y, como fue premio Edebé, también en catalán, valenciano, y gallego. En euskera, no.
5. Siempre cierro el programa con la pregunta mamporrera. En este caso, parece obvia, aunque a la inversa, porque no sería por qué hay tan pocas mujeres que escriban juvenil, sino por qué apenas hay hombres. Sin embargo, me gustaría reservarme ese tema para un posible segundo programa y lanzar esta otra: en nuestro país existen premios exclusivos de novela juvenil (los recientes Kelvin 505) o convocatorias específicas. Ahora bien, en premios dedicados al género fantástico en general (el premio Celsius 232 o los Ignotus) nunca aparece como finalista un título de corte juvenil, o si aparece es porque la masa de votantes (o el jurado) no lo considera como tal, sino una obra adulta. ¿Qué opinión tienes al respecto?
Pues mira, ahí puedo aportar algo tristemente gracioso: todas pensamos que hay más escritoras que hacen juvenil que escritores, ¿verdad? Pues fijaros en la lista de ganadores del Premio Nacional de Literatura infantil y juvenil. Se concede desde 1978 y ha sido otorgado a solo 10 mujeres en 40. Mi sospecha es, además, pero no lo he investigado a fondo, que la mayor parte de los premios concedidos a mujeres son por una obra destinada a público infantil, no juvenil.
En mi opinión, es absurdo dividir entre juvenil y adulto en literatura fantástica sobre todo. Si a la comunidad de lectores del fantástico una obra les ha impactado, ¿qué más da la editorial en la que haya salido o el público target en el que la editorial estuviera pensando? Nos estamos poniendo trabas nosotros solos.
También tengo que decir, con todo mi agradecimiento, que cuando Hijos del clan rojo, el primer volumen de Anima Mundi, estuvo nominado al premio Celsius d ela Semana Negra, yo estaba convencida de que era imposible que ganara, no por falta de calidad, sino porque había salido oficialmente como novela para jóvenes adultos en un sello de juvenil. Y sin embargo, el jurado pasó por encima de los convencionalismos y la premió.
Espero que esta «entrevista» os haya resultado tan interesante como a mí ^_^
Ah, y por supuesto, os dejo el enlace al episodio. No sé qué opinaréis, pero yo he aprendido un montón con él =)