Me ha llevado una semana sacar tiempo para ponerme delante del ordenador y hacer algo que no fuera currar, currar y currar. Y oye, ganas tenía de poder contar mi experiencia en esta primera edición del festival a la que espero que le sigan muchas, y yo pueda verlo.
Lo cierto es que acudí ilusionada pero con ciertas reservas, sencillamente porque mis expectativas estaban muy, muy altas (sobre todo después de que publicaran el superprograma de actividades) y no quería llevarme un chasco. Además, hay que tener en cuenta lo mal acostumbrados que nos tiene el Celsius con su afluencia de público y buenrollismo en el ambiente. Claro que este último lleva cinco ediciones ya, y el Niebla arrancaba este año, por lo que las comparaciones había que cogerlas con pinzas. Oh, bueno, y también estaba el tema gastronómico, que yo me desplazaba desde Asturias y aquí se come de puta madre. No frunzáis el ceño ni torzáis el gesto, la restauración es un tema importante en este tipo de eventos, hacedme caso.
Jueno, no me enrollo más con los preámbulos. Al grano:
Las actividades arrancaron el viernes por la tarde en el Liceo, un sitio acogedor y situado en pleno centro que me dieron la sensación de «Huy, esto parece muy solemne, ¿no?»; que ojo, está bien; y además, al final lo que importa de verdad es el contenido, no con qué lo vistas; y sin duda, esas primeras charlas avisaron de que este iba a ser un festival interesante. Lo único que no me gustó demasiado fue la intérprete de Ken Liu, pero él me sedujo lo suficiente para que volviera a casa con un ejemplar de La gracia de los reyes, que leeré en cuanto termine el #LeoAutorasOct 😛
Por otra parte, me encantó… Espera, espera, con letras grandes: ME ENCANTÓ que los organizadores montaran la cena del viernes para los que habíamos sido invitados como ponentes y demás. Me gustó muchísimo conocer gente nueva que, sospecho, de no ser por ese momento apenas habría tenido ocasión de saludar siquiera durante el festival. Paquita, Oriol, Gemma, Pablo… fue una velada muy, muy agradable. Cierto es que mis cuarenta añacos pesan más de lo que pensaba, y tras el postre piré al hotel porque el viaje y el cansancio de toda la semana me pasaron factura, pero me pareció todo un detalle por parte de la organización y espero que lo instauréis como costumbre.
Las charlas y talleres del sábado y domingo tuvieron lugar en El charro, algo más alejado del centro. Es posible que eso se notara en los puestos de libros que había fuera del recinto (sumado al hecho de que, insisto, es la primera edición), pero os aseguro que la afluencia del público fue meritoria. Eso sí, como detalle quiero apuntar que, salvo este año, en las ediciones anteriores del Celsius era muy difícil ver actividad a las once de la mañana de los dos primeros días, así que imaginaos en fin de semana a las diez de la mañana. Aunque estoy segurísima de que los propios organizadores se dieron cuenta y lo tendrán en mente para la próxima edición.
Hmmm… Voy a generalizar lo ocurrido esos dos días para no aburriros demasiado. ¿Resumen? Charlas interesantísimas; púbico molón.
El Niebla tiene un formato hispaconero, las cosas como son, y a mí, eso me encanta. Las presentaciones de libros están bien, pero no deja de ser alguien intentando venderte algo, mientras que las charlas me resultan más dinámicas, te permite comparar distintos puntos de vista, aprender cosas nuevas… Quiero destacar además que en esta primera edición del festival la calidad de los ponentes y la respuesta de la audiencia fueron una delicia. En cuanto a lo primero, no es solo que se notase que los integrantes de las mesas redondas eran buenos conocedores del tema que trataban, sino que además conseguían que las charlas fueran amenas, divertidas, pero sobre todo informativas, con contenido. No salí de ninguna diciendo «Pues fueno, pues fale, pos m’alegro». Es que… intento acordarme ahora de alguna que no me hubiera convencido y no encuentro ninguna. Es cierto que me cabreé mucho al final de una, pero es que empezaron a hablar de otro tema que nada tenía que ver con el título y que bien daría para otra interesantísima mesa redonda con sus correspondientes réplicas y participación del público. En cualquier caso, el cabreo duró poco, porque como digo, era los últimos coletazos de la charla y, para mí, no desmerecía nada de lo dicho con anterioridad.
Ah, quiero resaltar el público una vez más. No solo por su asistencia (de verdad que no me esperaba tanta afluencia), sino porque demostró gran interés por los temas participando de manera activa. Para mí, un público preguntón es un público interesante y tan valioso como los ponentes, porque el feedback es más que necesario.
Soy incapaz de destacar ahora mismo qué charla me gustó más. De todas aprendí algo, incluso en las que yo misma participé como ponente. Elías, Cristina, Ricard, Leticia, Mariano…, ¡Ian Watson!, un placerazo compartir mesa con vosotros. Lo único que lamento es haberme perdido charlas que tenían lugar en las otras salas distintas al auditorio, pero es que… todas eran interesantísimas y la elección, difícil. Al final me quedé con la comodidad de las butacas. Me he vuelto una burguesa de cuidado; lo sé, lo sé :-S
Sí que propondría, para próximas ediciones, que las charlas fueran de 45 minutos (más, si hay invitado al que traducir). No lo digo porque una hora me parezca demasiado (ninguna se me hizo pesada, ojo), sino para:
a) respetar tiempos. Que nadie se coma minutos de la siguiente charla ni la transición sea demasiado abrupta (que a todos nos gusta charlar e intercambiar opiniones con ponentes y/o público al finalizar)
b) que a la gente le dé tiempo a mear, fumar o whatever entre charla y charla. Yo me perdí el arranque de un par por eso mismo.
Es solo una sugerencia. Es más, en vez de cuarenta y cinco podrían ser de cincuenta. Solo propongo.
Conclusión
Me lo he pasado de vicio, he aprendido cosas nuevas, he conocido a gente con la que espero no perder el contacto (o al menos verlos en otros saraos) y… quiero más. ¡Quiero más!
Quizás esta crónica os haya sabido a poco y puede que no haya transmitido muy bien el subidón que supuso para mí estar en el festival esos días (y que me durara toda la semana siguiente). De verdad, hacedme caso, tenéis que apuntároslo en el calendario para el año que viene y vivirlo de primera mano. Yo, desde aquí, transmito mi enhorabuena a los organizadores: Pablo Bueno, Raúl Martín y Antonio José Rodríguez (supongo que hubo más gente que pringó, pero las cabezas visibles fueron ellos, así que sorry por no saber vuestros nombres). Espero que con estas palabras (y las demás crónicas que vayan apareciendo por la red) os den «armas» para que las autoridades que mueven los hilos y las subvenciones en Salamanca sepan que el Niebla es una apuesta segura y que merece 100% la inversión. En mi caso, me habéis convencido por completo y espero que este festival dure y siga creciendo.
Últimas anotaciones
No sé si decir que estoy gafada porque no creo que el término se ajuste, pero lo cierto es que tengo la sensación de que en estos dos últimos festivales he socializado menos de lo que me habría gustado. Borja, Laura, Miquel, Javier, Marta, Caliani, Sara, David… Qué poquitas ocasiones he podido compartir con vosotros. Si bien supone que las charlas han sido tan interesantes que apenas he tenido tiempo para socializar…, va, a ver si para la próxima consigo que el cuerpo me aguante más y araño tiempo postcena, por lo menos.
Lorena, Álex. Toda una sorpresa que acudierais al Niebla. Vuestra compañía siempre es de agradecer, y me encanta que os hayáis aficionado a estos saraos 😀
Sospecho que me estoy dejando gente por nombrar. Soy un desastre. Mis más sinceras disculpas. Ah, y no quiero dejar pasar la ocasión para decir que disfruté muchísimo de la compañía de Rodolfo Martínez y Elías Combarro tanto en el viaje de ida como el de vuelta. Las tres horas conduciendo se me pasaron volando. ^_^