Destripando La plaga

ATENCIÓN: CONTIENE PORRÓN DE SPOILERS

En diciembre del año pasado Palabaristas publicó la antología Alucinadas donde se incluye mi relato La plaga. Quien a estas alturas no sepa de qué hablo, mal vamos. O mejor dicho: ya estás tardando en echarle al menos un vistazo. Aquí, pero sobre todo aquí. Y si os pasáis por la sección En preparación de Sportula, puede que os llevéis una grata sorpresa 😛

Desde hace unos días me rondaba la idea de explicar tanto el proceso creativo que me llevó a escribir el relato como también revelar los detalles que, por límite de extensión, no podía pararme a describir, pero que estaban en mi cabeza dando forma al mundo en el que se desarrolla la historia. Finalmente, me he puesto manos a la obra. Espero que a alguien le resulte de interés, no solo a mí ^^

LA IDEA

A principios del 2014 leí un artículo sobre la controversia entre aquellos científicos que aseguraban que las plantas eran capaces de comunicarse con otras y los que afirmaban que comunicarse implicaba lenguaje y que por tanto se trataba más bien de simples reacciones orgánicas ante ciertas situaciones.

El artículo no ahondaba mucho más en el tema, pero yo me quedé con la idea de «¿Y por qué no?». Como alguien a quien le encanta todo lo relacionado con el lenguaje y que ha leído todo lo que ha caído en sus manos al respecto, no podía quitarme de la cabeza la posibilidad de que, en efecto, las plantas utilizaran la química para transmitir mensajes. Si a una de ellas ya se la están comiendo, ¿qué necesidad tiene de avisar a las demás? ¿Por qué el resultado de las reacciones no podía entenderse como «palabras»? ¿Porque solo son plantas? ¿Qué pasa?, que si no es por sonidos o gestos (o pautas de movimiento/desplazamiento), ¿no hay otra forma posible de comunicación? ¿Es que esa gente no leía ciencia ficción?

En principio, ahí quedó la cosa: yo con la mosca detrás de la oreja y ya. Pero entonces, justo cuando se anunció la convocatoria para Alucinadas, leí otro artículo (mucho más explicativo) titulado ¿Pueden hablar las plantas? que me convenció para usar la idea como base para el relato. Por supuesto, no me quedé solo con ese. Me seguí documentando y descubriendo cosas como este Plants can hear themselves being eaten o el listado de COV (compuestos orgánicos volátiles) recogidos por el Instituto Nacional de Ecología donde describen el uso que les dan las plantas.

Ya con la información de base cubierta, lo cierto es que la historia en sí me costó dos segundos montarla en la cabeza.

EL PLANETA

La concepción del mundo, que se intuye en el relato, tiene como base el escenario que creé para la campaña de rol en vivo titulada Éxodo, ambientada en el Universo Crow (historia que se sitúa cinco años después del final de la novela Horizonte Lunar y que cuenta cómo y dónde acabó una de las naves que se fletaron para huir de la amenaza en el UC).

Así, aproveché detalles como la cúpula, que permite a los colonos respirar tranquilamente dentro de las distintas instalaciones repartidas por el planeta. En el rol en vivo, por cuestiones técnicas y de jugabilidad, a los participantes solo se les pidió que incluyeran en sus disfraces algo que simulara un respirador. De esta forma, cada vez que salían de la zona asfaltada que rodeaba el edificio principal y pisaban terreno verde, debían colocárselo, o un director de juego podía llegar y decirles «Estás muerto». Ahora bien, en el relato podía ser más coherente e incluir los trajes aislantes (a los jugadores no les iba a pedir que se enfundaran en uno cada poco) y presentar así una atmósfera más hostil. Después de todo, el aire que respiramos no solo mantiene contacto con nuestros pulmones, sino también con la piel, los ojos, la boca…

Y ¿por qué una indumentaria tan aparatosa? Pues para añadir un elemento clasista aunque fuera sutil. La piel sintética y las lentillas completas que usan los militares son caras, y los colonos son más pobretones y se fueron con lo puesto.

Otro detalle en común con ambos escenarios es el tema alimentario. Lo que crece en el planeta no es comestible directamente, pero se puede procesar la comida para obtener los nutrientes necesarios, cosa que elimina la barrera de localizar un lugar que se ajuste a las características de los seres vivos de los que nos alimentamos de normal, evitando además incorporar especies foráneas que podrían desestabilizar un ecosistema

Y hablando de ecosistema…  ¿por qué en el escenario que se describe en el relato las especies que lo pueblan, y que no son plantas, son insectos o animales pequeños, a excepción de los que viven en el mar? Pues porque me acordé de la extinción de los dinosaurios. Así que me imaginé un mundo que estaba resucitando de un cataclismo en el que las especies terrestres sufrieron un gran revés, mientras que las marítimas (tal vez gracias al peso específico del agua; a tanto no llegué en mi profundización) pudieron apañárselas mejor. También hay «pocas» especies de plantas porque solo sobrevivieron las que mejor se adaptaron al nuevo entorno. Y la «protagonista» de este relato es la que mejor lo consiguió.

¿Significa eso que tooodos los animales que midieran más de dos palmos perecieron en el desastre? Nop. Y prueba de ello son los bichos que aparecen en la primera escena.

Admito que, a esas alturas de planificación de escenario, me entraron unas ganas enormes de apartar el relato, presentar otro y aprovechar este para escribir una novela que me permitiera desarrollar el mundo sin prisas. No obstante, está claro que no fue así y que decidí seguir adelante a pesar de que no pudiera plasmar todo esto.

Pero volviendo al tema del bicho enorme y por qué nadie había detectado una forma de vida terrestre tan «grande»… Pues me inspiré en los cicádidos aka chicharras aka cigarras. El ciclo de vida de estos insectos es la caña y os invito a que le echéis un vistazo al artículo en la wikipedia.

Yo decidí diseñar unos bichos parecidos aunque con unas características un tanto diferentes:

a) Su ciclo de vida en vez de diecisiete años es casi el doble.

b) Las alas no son tal cosa. Es decir, no sirven para volar, sino para impulsarse cuando salen de debajo de la tierra.

c) Ponen huevos en huéspedes.

d) Tanto machos como hembras, al finalizar el apareamiento vuelven bajo tierra, exhaustos, (de ahí que no se hallaran restos del ataque) y esperan a que las larvas eclosionen, se entierren y se alimenten de ellos (en vez de las raíces como los cicádidos). Las crías entran después en hibernación, se metamorfosean, eclosionan de nuevo y se comen todos los bichos que haya bajo tierra para obtener el aporte calórico que necesitan para salir a la superficie y reproducirse.

Así que el motivo por el que los científicos del planeta no tenían ni idea de la existencia de estos bichos fue porque cuando se asentaron, ya estaban bajo tierra a la espera de completar el cliclo de treinta años.

Mmm… seguro que me estoy dejando más cosas sobre este ecosistema, así que, si en este punto alguien tiene alguna pregunta, que comente en el post y estaré encantada de responder.

LA COLONIA

Tiene un emplazamiento principal con una cúpula enorme, ya que, obviamente, se trata del lugar en el que los colonos se asentaron a su llegada. Por otra parte, hay pequeñas construcciones repartidas por todo el planeta, que sirven como centros de investigación y que no disponen de cúpula. Estos «edificios» son modulares, es decir, empezaron como la típica caseta de obra y después se les fue acoplando más compartimentos y túneles de comunicación según las necesidades del centro. El del relato, por ejemplo, es de los primeros que se construyeron, por lo que además de contar con un gran número de módulos equipados para la investigación, también cuenta con áreas de recreo y descanso.

Ojo, no es común la expansión modular en todos los centros por mucho que lleven años instalados. Dependen del rendimiento y del tipo de investigación que estén realizando. Es más, abundan los módulos únicos, en plan las estaciones de seguimiento de Alaska y Groenlandia, por ejemplo.

En cuanto a los asentamientos de colonos, sobre todo en la última década, muchos abandonaron el emplazamiento principal. No solo por los problemas de espacio, sino para poder prosperar de manera independiente a la administración central. Buena parte de estos asentamientos son en realidad granjas de una sola familia construidas también en base modular y sin cúpula. Otros, sin embargo, están formados por varias familias que han puesto un fondo común para incluir una cúpula (el material del que está hecha se crea en el asentamiento principal y es caro, muy caro) y así evitar la molestia de tener que ponerse el traje para ir a visitar al vecino o dejar que los críos jueguen fuera de casa, tranquilamente. Este último grupo es el que más ha proliferado en los últimos años.

¿Y por qué los invernaderos dentro de la cúpula? Por varios motivos, aunque solo uno de ellos lo tuve claro. Los demás fueron suposiciones en las que tampoco ahondé demasiado porque… al final no iba a ser una novela, sino un relato. Pero vamos, la razón principal es la investigación en un entorno cerrado y controlado. Ahora estamos muy acostumbrados a que los científicos se encarguen de esas cosas, pero antes eran los propios agricultores quienes entrecruzaban, seleccionaban «genes», etcétera, a través del ensayo y error. Así que, ¿por qué no lo iban a hacer estos?

LOS MILITARES

El tipo de universo que tenía en mente era uno parecido al que se describe en Akasa-Puspa (si no sabéis de qué hablo os estáis perdiendo un clásico de la cifi española) en cuanto a que se trata de un cúmulo globular y, por tanto, no hay viajes hiperespaciales ni nada de eso (para que os hagáis una idea, algo parecido a lo que se cuenta al principio de la peli Serenity respecto a proximidad de planetas y tal). Mi concepción del universo es más soft que la de Aguilera y Redal (a pesar de que también he querido incluir elementos hard), y se aproxima a lo que concebí en su día para el UC (esto… ¿conoces Horizonte Lunar?), sobre todo en lo que se refiere a la existencia de un buen número de estaciones de paso en las distintas rutas estelares. La diferencia es que, para el universo de este relato, dichas estaciones cuentan con contingentes militares destinados a responder de manera más eficiente a las llamadas de socorro o similar tanto de naves en tránsito, como de planetas cercanos.

¿A qué órgano, u organización, o whatever responden? Admito que no me lo planteé. Además, tampoco tengo intención de escribir más historias en este universo; aunque si cierta personita me sigue insistiendo, tan convincente y entusiasta como es ella, es posible que me toque averiguarlo.

Pero bueno, la cuestión es que además de ayudar a naves varadas, asisten a los distintos planetas colonizados, bien para resolver conflictos internos, bien para proporcionar ayuda humanitaria. Ahora bien, Daswani comenta en algún momento «Nos dedicamos a combatir lo raro» y Rosenbaum, en su presentación, dice algo como «será otra cacería de bichos». ¿Entonces?

Lo raro puede ser desde una simple infección bacteriana que provoque un estado de emergencia que requiera de asistencia militar para contener la pandemia, hasta una parasitación que provoque una situación como la que se describe en este artículo sobre hormigas zombificadas y haya que contener a los infectados. En cuanto a la cacería de bichos… es mi pequeño homenaje a la peli Starship Troopers, que en parte me sirvió como inspiración para este relato, porque lo cierto es que para este universo no concibo criaturas del estilo. Así que en realidad Rosenbaum se refiere a «ir para resolver una nimiedad». De hecho, su equipo no es un grupo de combate per se, aunque claro, tienen entrenamiento militar. Hablamos de un médico, una rastraedaora, un encargado de la radio, un experto en colocar trampas (algo que no requiere el cuerpo a cuerpo) y él.

EL LENGUAJE PLANTA

Aunque sabía que en un relato es aconsejable utilizar una única perspectiva, decidí arriesgarme y ver cómo funcionaba la alternancia entre primera y tercera persona. Pero no solo necesitaba a Rossenbaum como la voz crítica en esta historia, sino también a las plantas. Porque me imagino que os disteis cuenta de que los tres capítulos con reacciones químicas y gráfica de hercios son las plantas «hablando». Y es que, en realidad, son las protagonistas.

Ahora bien, si de química orgánica no controláis ni tampoco sois expertos en COV (ojo, yo tampoco lo soy y tuve que pedir ayuda), os explico en un pispás qué dicen.

Capítulo 1: la reacción química produce metil jasmonato, que como se comenta en cierto momento del relato, es usado por el maíz americano para llamar a las avispas, que atacan a las orugas soldado (que se están comiendo la planta) poniendo huevos en ellas. Es decir, llaman a los bichos que se describen en el capítulo dos. ¿Y los hercios? Echadle un vistazo al primer artículo que enlacé.

Capítulo 5: la reacción química produce un alqueno que las plantas utilizan para atraer a los insectos. En este relato, es el que usan para el segundo ataque y el ataque al centro de investigación.

Capítulo 9: la reacción química produce isopreno. Este COV es liberado por las plantas cuando se produce un incremento de calor y avisa a las demás para que tomen medidas para protegerse. Como final del relato puede significar dos cosas:

  1. Que los humanos han bombardeado el área para poder rescatar a la gente (de ahí los 0 hercios, porque las plantas han muerto).
  2. Que han bombardeado el planeta para hacer un barrido, como sugería Whitaker, y fin del problema.

Cuál de las dos opciones es lo dejo a vuestra elección. De la misma forma que podéis decidir si Rosenbaum y los suyos consiguieron aguantar, o no, acorde a esta información.

LA INTENCIÓN

A ver, Felicidad, si tenías todo esto montado en la cabeza cuando escribiste el relato, ¿cómo es posible que nada de eso nos lo hayamos llegado a plantear?

Muy sencillo: porque la intención es lo que cuenta; y una cosa es que yo necesite tener claro un sistema para escribir una historia con coherencia interna (aunque solo me vaya a dar cuenta yo), y otra qué me motivó a escribirla de esa manera y con ese tono.

Está claro que mi primera intención era describir las plantas, que aunque son de un planeta alienígena no distan mucho de las nuestras. No tienen conciencia, no razonan, pero son capaces de reaccionar al entorno con herramientas básicas pero efectivas. La verdad es que cada vez que cae en mis manos un artículo sobre ellas, alucino con lo que son capaces de hacer y lo poco que las valoramos. Supongo que como no nos ponen ojitos…

Ahora bien, ¿por qué el tono del relato? Siendo franca, porque iba a ser una antología solo de escritoras, y estoy un poco harta de que con demasiada frecuencia se nos asocie con la introspección y «una sensibilidad especial» a la hora de componer nuestras historias. ¿Qué pasa? ¿Que los hombres no son capaces de algo así? ¿O es que cuando lo escribe una mujer se le presta más atención a ese detalle, y cuando se trata de un hombre no se le da tanta importancia aunque esté ahí? ¿Podría escribir un relato en el que, de no aparecer mi nombre como autora, no se asociara mi forma de escribir a mi sexo?

He de decir que, leídos los relatos de mis compañeras, me encantaría que se hiciera la prueba. Que la gente los leyera sin conocer la autoría y que respondiera si están escritos por mujeres o por hombres.

Como detalle curioso, hace unos meses alguien comentaba en un hilo de FB acerca de las distopías juveniles, y que siendo las más exitosas de escritoras, le interesaba conocer el punto de vista femenino. «Ah, pero ¿están escritos por tías?», fue lo que pensé. Ni había caído en la cuenta, ni en ningún momento pensé: a ver cómo perciben estas mujeres el mundo.

Pero bueno, volviendo al tema. Decidí escribir no lo que se esperaba de mí, sino lo que pedía la historia: jugar con los tópicos. Y es que parece que cuando militares y científicos se juntan solo puede ocurrir una de estas dos situaciones:

  1. Los militares son unos descerebrados y los científicos, tan buenos y altruistas ellos, lo pasan fatal intentando oponerse y arreglar los desaguisados de los primeros.
  2. Los científicos son los maquiavélicos que, por lo general, solo buscan el lucro sin importarles las bajas entre civiles, y los milicos (o similares) llegan para solucionar el tema.

Pues oiga, ni tanto ni tan poco. Que hay de todo en este mundo. Ni todos los militares son unos cabeza hueca, ni a todos los científicos les gusta jugar a ser Dios.

Hay otros tantos detalles sobre tópicos que están hechos a conciencia, como Rosenbaum. El típico héroe de las pelis de acción de los 80 que al final se descubre que es gay. Yo lo tenía claro desde el principio y, en realidad, no iba a mencionarlo en ninguna parte, porque para mí la inclinación sexual no moldea tu personalidad, así que, ¿por qué hacer hincapié en ese detalle? Pues precisamente para destacar lo que acabo de decir. Yo lo tengo claro, pero a veces no está de más recalcárselo a otros.

Por último, aparte del tema de los tópicos, me encanta el escapismo (lo que no quita que una historia tenga elementos enriquecedores y «profundos» aunque sean sutiles). Me pirra la acción, los personajes malhablados, el mundillo militar, las salpicaduras de sangre, las hostias… Y no pude evitar acordarme de Maleficio de Juan Miguel Aguilera. Un relato que me encanta, que tiene muy buenas críticas y que no hace falta darle demasiadas vueltas para darse cuenta de que el autor te está contando un Doom (como el propio título indica). Pues bien, yo también quería intentar algo parecido, aunque corriera el riesgo de no ser seleccionada.

Y… creo que este es un buen momento para parar. Esta entrada me ha quedado más larga de lo que había planeado, y me conozco: podría seguir y seguir y seguir, y no es plan. Solo me queda esperar que os haya gustado este desglose y que no os haya resultado un tostón. Aunque… si habéis llegado hasta esta última línea, quiero creer que ha sido de vuestro agrado, o al menos curioso =)

Posted in Sobre mis escritos.

6 Comments

  1. Me encanta, muchas gracias Felicidad. A mi todo lo que sirva para construir y completar un mundo, me fascina. Si además es uno de los tuyos, me fascina el doble and you know it. Ahora, yo quiero esa novela. Quiero saber más de los personajes, de sus aventuras en otros mundos, de más sucesos en este. No te meto prisa, tu escribe a tu ritmo. Pero yo quiero la novela.

    Gracias de nuevo por darle nutritivos datos ambientales a mi imaginación.

    P.d- Si pido la edición en papel de Alucinadas… ¿Puedo tenerla firmada? ¿Puedo? ¿Puedo?

    • Jo, me alegro un montón de que te haya gustado 😀 En cuanto a la novela… Primero va otra en el universo Crow, así que… Ya, ya sé que no me metes prisa, pero es por no generar expectativas. Y respecto a Alucinadas, si se puede, lo haré, pero no depende de mí 😛

  2. Menuda entrada Felicidad me encanta. Leí Alucinadas nada más salir y en general me pareció una antología de mucha calidad, y en particular tu relato es de los que más me gusto, bueno, el que más 🙂 Me pasa como a ti que ¨Me pirra la acción, los personajes malhablados, el mundillo militar, las salpicaduras de sangre, las hostias…¨ así que me lo he pasado bomba leyendo el relato y aún más este making of, muchas gracias. Ahora no sé por dónde seguir ¿Horizonte lunar? Seguramente, mientras espero a que escribas esa nueva novela ambientada en este mundo, o escribas algún relato más o…vamos que ganas de leer más hay y muchas 🙂
    Saludos!
    Aramys.

    • Menudo subidón me ha dado tu comentario, Aramys, gracias. 😀

      De cosas similares… sip, Horizonte Lunar es una opción 😛 También hay algún relato por ahí que te podría interesar. Hmmm… Puede que para la semana que viene te lleves una sorpresa ^^

      Saludotes!

  3. Interesante «cómo se hizo» de la historia.

    La verdad es que el capítulo uno me lo salté y no le di importancia. Llegué al tres y me dije: «ah, ¿pero es que había un capítulo dos?». Volví al principio y pensé que sería un vacile de Felicidad «mira lo que sé» y seguro que no es imprescindible en la historia. Luego llega el capítulo cinco y me dije: «coño, pues no, es un capítulo más, lo que pasa es que no entiendo el código». Y ya mola mucho.

    Me encantó lo de la raza, ascendencia religiosa y, finalmente, orientación sexual de Rosenbaum. Muy bueno también la bollera misógina de nombre latino. Minipunto y punto. Un gran equipo estelar de combate paranormal. Solo falta un calvo con fotofobia.

    Oye, siempre puedes expandir/remezclar el relato a novela en un futuro. No sería la primera vez que pasa en la cifi mundial.

    • Sep. Sabía que corría el riesgo de que pocos (o nadie, jejeje) pillaran lo de esos capítulos. Pero bueno, la idea es que funcionara el relato independientemente de que uno cayera en la cuenta o no. Es más, mejor si cada cual se hacía sus propias cábalas 😛

      En cuanto al personaje de Fernández (en honor a Vásquez de Aliens), fue una idea loca que tuvo un día Natalia mientras charrábamos en su casa delante de unas cervezas. Aunque su idea era más retorcida aún: bollera, misógina y homófoba. Yo no quise rizar tanto el rizo XD

      Respecto a lo último, te digo lo mismo que Teresa: tengo otra novela del universo Crow para escribir. Si no me pongo con ella, unas cuantas personas me matarán 😛

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